I'm a freak. I'm a weirdo.

Cuando me tomo un yougurt, siento el deseo irrefrenable de acompañarlo con pan de molde. También me pasa con las patatas fritas y el chocolate, pero he aprendido a controlar mis instintos.
Siempre duermo con la ventana abierta, ya sea agosto, mayo o febrero.
Dejo puestas las etiquetas de la ropa hasta que me las pongo, y los zapatos metidos en sus cajas. Me toquiteo mucho cuando hablo por teléfono, es algo incontrolable.
No puedo concebir no echarme crema después de ducharme.
Detesto ir a la playa llevando otro calzado que no sean chanclitas flip-flops. La sensación de arena en los pies mientras ando me resulta muy desagradable.
Suelo leerme los libros de dos en dos.
Desde que no fumo, tengo que llevar cosas dulces siempre conmigo.
Necesito maquillarme SIEMPRE en el mismo órden: Base-ojos-colorete-rimmel- labios.
Siguiendo la tónica habitual de dejarlo todo para el último momento, hago la maleta el mismo día en que me voy. Con todos los inconvenientes que eso acarrea, claro.
Cuando me pongo nerviosa, acostumbro a juguetear con los lóbulos de mis orejas.
No me gusta que me miren mientras escribo. Me reto a sacar las letras de las canciones de cabeza y me enfado si no lo consigo.
Cuando vuelo, procuro siempre embarcar la última, leer revistas en vez de libros y, si el vuelo es largo, me encanta la comidita avienesca, aunque ya sé que todo el mundo la detesta. No soy muy cafetera, pero me chifla despertarme con olor a café recien hecho. Arranco las etiquetas de todo embase a mi alcance.
Me da grima el zumo de naranja con pulpa. Cuando no salgo de casa, disfruto pasarme el día en pijama. Lloro siempre que escucho Rock Around the Clock. Me como la nocilla a cucharadas.
Me entristece ver fotos de animalitos disfrazados de humanos, bebés con gafas de sol y ese tipo de cosas denigrantes.
Soy incapaz de tomarme un flan o una gelatina.