viernes, 26 de septiembre de 2008

Oh let the rain fall down (and wash this world away)




Esto del cambio climático me tiene negra.
No hay quien acierte con la ropa. Cuando salgo de mi casa a las 8:25 de la mañana hace un frío polar que me corta la respiración.
Cuando salgo a desayunar sobre las 11 hace frescor intenso, pero soportable. Chaquetita molona o pullover de turno siempre es bienvenido.
Cuando me voy a comer hace calor relativo.
Y cuando termino mi jornada, sabe dios la hora, porque depende de la carga de trabajo (y sobre todo del humor de mi jefa) , me aso.

No olvidemos que en el microclima de mi oficina siempre es lo contrario del mundo real. En verano es un congelador y en invierno se podrían freir huevos sobre mi mesa… hay que estar en tirantes.

Menuda semana...

El lunes llegué al trabajo nadando, literalmente. El diluvio universal me arrastraba, que no hubiese sido un mal medio de locomoción si tuviera aletas en lugar de pies. Tampoco fue muy agradable tener que sacarme los peces de los zapatos, que por cierto, eran de ante y sufrieron una transmutación genética. Fue realmente emocionante ver la alteración del orden de los átomos y el efecto de la interacción de los elementos. Directos a mi almacén de reciclaje...la basura, claro. Y para qué hablar del estado en quedó mi pelo microfónico. Terrible.
Así que el martes saqué el kit acuático y me convertí en Ariel. Craso errorr, lució un sol espléndido.

El miércoles me transformé en Jacqueline Onassis y me vine ideal de la muerte, sí, pero de verano. Sufrí también, hacía frescor ártico. Hoy como he dormido muy poco y me he levantado caberada, me han subido los calores y he decidido venir desnuda. Mal también, esta mañana me he crionizado. (No tengo muy claro qué es eso, pero creo que tiene algo que ver con mucho frío....)
Pero eh, al equipo de doscientos tios que están rodando la serie en mi oficina, les ha parecido estupendo.
Como siempre, fatal.

Insisto: Vamos de mal en peor.

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